Ya
se sabe que para hacer buena fotografía de paisaje hay que
levantarse temprano, estar al atardecer en un lugar adecuado y
esperar… a veces un año entero. Ese al menos es el lapso de tiempo
para captar lo que se ha dado en llamar Manhattan-henge, en alusión
a Stonehenge, ya que, como si de un observatorio ritual se tratara,
dos días al año la ciudad de los rascacielos ofrece un espectáculo
único coincidente con la salida y la puesta de sol.
Manhattan,
uno de los cinco distritos metropolitanos de Nueva York, tiene un
trazado urbanístico en cuadrícula con las avenidas en alineación
norte-sur y las calles este-oeste. Por esa razón, una vez al año,
durante tan solo dos días, la puesta de sol se alinea perfectamente
con la cuadrícula y crea oportunidades fotográficas interesantes en
las que la cálida luz del atardecer atraviesa las calles, e incluso
el gran astro anaranjado les pone broche, ofreciendo un fantástico
cocktail que mezcla lo natural y lo urbano.
Como
estamos acostumbrados a ver mucha fotografía de naturaleza, mucho
paisaje urbano, tantas veces de motivos repetidos una y otra vez, me
ha parecido interesante traer aquí un par de imágenes del
Manhattanhenge como pista que os permita descubrir muchos otros en la
red y como constatación de que efectivamente el fotógrafo tiene que
ser un hábil cazador de oportunidades.
Las
fotografías corresponden a los sitios de Animal y Paul
Lomax respectivamente
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